Con la llegada del invierno, la calidad del aire experimenta un deterioro significativo, derivado de factores atmosféricos y climáticos que afectan directamente la salud de la población. La inversión térmica, un fenómeno común en esta temporada, juega un papel crucial en esta problemática, al contribuir a la acumulación de contaminantes en las capas más bajas de la atmósfera, así lo explica el doctor Andrés Martínez Rosales, docente investigador de la Facultad de Zootecnia y Ecología.
La inversión térmica ocurre cuando la temperatura del aire aumenta con la altitud, en lugar de disminuir, como es habitual. Este fenómeno, frecuente durante las noches despejadas de invierno con vientos débiles o ausencia de ellos, atrapa los contaminantes cerca del suelo, impidiendo su dispersión; como resultado, se genera una acumulación de partículas nocivas que impactan negativamente en la calidad del aire y la salud pública.
En estas condiciones, el aire frío y pesado queda atrapado bajo una capa más cálida, dificultando la circulación de contaminantes y aumentando la exposición de la población a partículas dañinas. Martínez Rosales añadió que el deterioro de la calidad del aire y las bajas temperaturas propician un incremento en enfermedades respiratorias, por lo que se recomienda tomar acciones preventivas que reduzcan la exposición a contaminantes y minimicen el riesgo de enfermedades, tales como la higiene personal, uso de cubrebocas, protegerse del frío, evitar cambios bruscos de temperatura y abrigarse adecuadamente al salir.
El invierno y la inversión térmica nos recuerdan la importancia de adoptar medidas para proteger la salud y cuidar el medio ambiente. La comprensión de estos fenómenos atmosféricos es clave para implementar estrategias de gestión ambiental que reduzcan los efectos de la contaminación y promuevan un entorno más saludable y sostenible.